DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

Al inicio de cualquier proyecto establecemos una plataforma a partir de la cual se rigen la intención y los objetivos del mismo; Trazamos una ruta que dirige el desarrollo de la idea sin percepciones preconcebidas, tomando como elementos decisivos al análisis previo del sitio y del usuario.

Del sitio entendemos qué es y visualizamos lo que puede ser, profundizamos en el análisis de su entorno natural y urbano, teniendo como objetivo principal el dignificar el paisaje; el proyecto debe surgir de forma natural.

El usuario es el centro de todas las decisiones, por ello hacemos un riguroso y exhaustivo análisis de sus necesidades físicas y espirituales, resultando en un amplio programa de necesidades.

Los espacios que proponemos deben ser lugares de encuentro, donde se desarrollen las vivencias y actividades humanas poniendo énfasis en la contemplación y la espiritualidad.

El concepto es la síntesis de la intención, del análisis y sus contenidos; es la fuerza motriz que da identidad al proyecto.

Para el desarrollo del mismo lo dividimos en tres partes:

El concepto formal, que es la intención expresiva que buscamos del proyecto.

El concepto funcional, que es la propuesta de ubicación, flujos y relaciones de los espacios.

El concepto estructural, que es el criterio para dar forma física estable al proyecto con elementos y materiales constructivos.

Nuestra materia prima es el espacio, entendido en movimiento y a la escala del hombre.

Aunque el proyecto parta de un concepto abstracto, deben culminar en un proyecto definido por elementos construibles y habitables.

Sabemos que el mercado es un elemento importante de nuestro tiempo, pero nunca subordinamos la arquitectura a este, aquí no hacemos concesiones.

La arquitectura debe tener un constante dialogo con las artes y su vanguardia.

Los contenidos de la arquitectura son los argumentos que sustentan las propuestas de proyecto.

Cada proyecto es un reto único que debe descifrar su universo de complejidades.

La ciudad, más que como un emplazamiento de construcciones, la entendemos como una suma de esfuerzos individuales y colectivos, donde se teje su historia.

Para nosotros la tradición no es algo estático ni antiguo, la proponemos como algo vivo que se nutre, modifica y enriquece día a día.

Entendemos como valor social de la arquitectura, como aquella que aporta en su medida al patrimonio de una ciudad y o a su comunidad.

Definimos el estilo como una manera de hacer las cosas y no como formas preconcebidas que tratan de repetir un lenguaje formal vendible, de hecho, más que buscar un estilo, trabajamos en los contenidos.

La luz, la transparencia y la profundidad, son los verdaderos valores expresivos del espacio.

Tomamos conciencia de los medios materiales y los alcances económicos con que contamos.